jueves, 27 de junio de 2013

Aprovechar cada momento

Álvaro Ramos


Álvaro RamosDel 7 al 11 de octubre próximo se llevará a cabo en Roma una nueva reunión del Comité Mundial para la Seguridad Alimentaria (CFS) en el marco de la FAO. Durante este evento habrá además una mesa redonda que tratará sobre inversiones para pequeños productores o, según equivalencia en inglés, para small holders.

Aclaremos desde ya que para nosotros, y dada la práctica y la realidad de nuestra región, asimilamos estos términos a agricultura familiar. No vamos a entrar en una discusión semántica sobre los alcances de los términos y sus significados en cada idioma, ya que lo que importa en realidad es avanzar en forma consistente sobre el concepto que refiere al papel que la pequeña agricultura o la agricultura familiar juega en relación a las estrategias de seguridad alimentaria de personas, comunidades y países. De todas formas, en nuestra región (Mercosur) el tema está técnica y políticamente laudado a partir de la resolución 25/07 del Mercosur, que es la que define agricultura familiar.

En particular, esta reflexión sobre la necesidad de avances en la comprensión del papel de la agricultura familiar en las estrategias de seguridad alimentaria y nutricional, son más oportunas en vísperas de Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF), que se conmemora en 2014 por decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Frente al AIAF nos debemos plantear como estrategia y como mandato, que este no sea un año de homenaje, de conmemoración o de simple “saludo a la bandera”. Talleres internacionales, seminarios, discursos, presentaciones... Al pasar el cernidor en el 2015 deberíamos preguntarnos cuánto más se avanzó en la consideración de la agricultura familiar y su papel en las sociedades, en el desarrollo, en la seguridad alimentaria. Cuántas más y mejores políticas públicas habremos de tener, ajustadas a realidades tan diferentes como las de África, Asia, Europa, el Caribe, Centroamérica o Sudamérica. Porque en los que todos hoy día coinciden —más allá de los debates académicos sobre la categoría agricultor(a) familiar— es que los hay en cada uno de los subcontinentes.

Para que el AIAF no sea solo un año de homenaje (merecido, por cierto) y un mero reconocimiento, creo que todos deberíamos hacer el esfuerzo de llevar la agricultura familiar con sus potencialidades, limitaciones, cualidades, razón de ser productiva, económica, social, ambiental, a la mesa de los decisores públicos. Parlamentarios, miembros de gobierno, empresarios, académicos. Constructores de opinión, que no necesariamente saben, creen o confían en la agricultura familiar como una categoría socioeconómica que empuja el desarrollo rural y nacional, en muy variados contextos. Deberíamos buscar en cada país, cada localidad, cada región o cada subcontinente, o en cada evento internacional, un encuentro con aquellos que poco o nada saben de esto. Vincularlo a sus problemas diarios de sobreexplotación de los recursos, de sobrepoblación urbana, de acceso a los alimentos en cantidad y calidad, de acceso al agua potable, de seguridad ciudadana y migración “rururbana”.

Deberíamos empujar la visibilidad y el conocimiento de la agricultura familiar en la sociedad.

Esta reunión del Comité Internacional de Seguridad Alimentaria de octubre en la FAO debería ser un evento a no desaprovechar. Lo digo porque se dará tres meses antes del AIAF, porque alguna visibilidad tiene en gobiernos y organismos internacionales y porque a partir del Comité puede hacerse un llamado de atención a otros estamentos de decisores políticos, económicos y sociales, y mostrar los vínculos reales de la agricultura familiar como la solución a múltiples problemas del subdesarrollo rural y la pobreza.

Quizás la meta para después del 2014 sea obtener una nueva generación de políticas diferenciadas para la agricultura familiar, nuevos servicios, nuevos bienes públicos disponibles, nuevas alianzas comerciales entre la agricultura familiar y la agroindustria o el agronegocio, en situación de equidad. Pero para ello hay que aprovechar cada momento.

Más y mejores políticas públicas, más y mejor institucionalidad pública que permita a la agricultura familiar y a sus organizaciones asociativas representativas encarar los desafíos de la seguridad alimentaria y nutricional, desde el autoconsumo familiar, el autoconsumo y colocación de excedentes en las comunidades y en mercados locales, la inserción en mercados públicos o institucionales  (compras públicas) y la inserción en mercados privados y cadenas de valor, en alianzas con operadores comerciales privados.

Inversiones que permitan mejoras de la competitividad, sean estas inversiones prediales o extraprediales; también inversiones en procesos comerciales y de distribución; o inversiones y capacitación para el cumplimiento con estándares sanitarios, fitosanitarios y de inocuidad alimentaria.

Políticas públicas dirigidas hacia la disponibilidad de tecnologías apropiadas, semillas y reproductores (base genética), tecnologías de manejo, gestión, organización de la producción y naturalmente el manejo de los recursos naturales.

Dos de los organismos de las Naciones Unidas en Roma: el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y la FAO, tienen mucho que hacer juntos al respecto. El FIDA tiene desarrollados, probados y disponibles instrumentos en cada una de las categorías de instrumentos de la política pública que antes señalábamos. Instrumentos que aplicados por comunidades rurales pobres, por agricultores(as) familiares y por instituciones gubernamentales han resultado exitosos, o al menos seguramente innovadores y orientadores de acciones, que perfectamente pueden ser escalados con recursos presupuestales de los gobiernos o de otras agencias de cooperación o financiamiento internacional. Basta abrir las condiciones para un diálogo sobre estas políticas públicas: la FAO y el FIDA deberían liderar allí el conocimiento y debate sobre esta amplia batería de instrumentos probados en diversas situaciones.

El CFS de la FAO del 7 al 11 de octubre en Roma prevé desarrollar una mesa redonda sobre inversiones en pequeños productores para la seguridad alimentaria y nutricional. El FIDA puede “llenar” toda esta mesa con ejemplos, instrumentos y estrategias, acompañado por gobiernos y por organizaciones de destinatarios de dichas políticas e instrumentos.

Quizás José Graziano da Silva y Kanayo Félix Nwanze ya habrán identificado esta oportunidad notable y sus equipos estarán trabajando en las experiencias a mostrar en esta mesa redonda, sobre estas inversiones que han permitido generar más y mejores políticas y más y mejores servicios y bienes públicos para la agricultura familiar. En todo caso, desde Latinoamérica y el Caribe, y desde el Cono Sur de América, hay diez o doce años de experiencia del FIDA con gobiernos y organizaciones representativas de la agricultura familiar que podrían ponerse a consideración de aquellos decisores políticos que —al decir de Alain de Yanvry— manejan los presupuestos públicos y que se den cuenta  de que efectivamente es buen negocio invertir en desarrollo rural. Y yo agrego... en agricultura familiar.

lunes, 24 de junio de 2013

Making the most of each moment - Carpe Diem

Álvaro Ramos


Álvaro RamosFrom the 7th through the 11th of October, a new meeting of the Global Committee for Food Security (CFS) will be hosted in Rome in the FAO framework. The event will also include a round table on investment for small holders.

Let us leave it clear that as it stems from our regular practice and current situation in our region, we consider the term small holder as equivalent to family farming. Having said this, it is far from our intention to engage in a semantics issue, arguing about the scope of each term and their meaning in each language, because our real concern is to move consistently forward on the concept that refers to the role played by small holders or family farming in contributing to the food security of people, communities and countries. At any rate, in our region (Mercosur) the issue has been decided both technically and politically through Mercosur Resolution 25/07, which defines family farming.

In particular, this reflection on the need to make progress in the understanding of the role played by family farming in the food security and nutritional strategies is even timelier as we approach the eve of the International Year of Family Farming (IYFF), to be celebrated in 2014 as set forth in a UN General Assembly decision.

Vis à vis the IYFF, our strategy and mandate should be that it is not to be seen just as a tribute year, for commemoration, or a simple “proclamation to honor our flag”. International workshops, seminars, speeches, presentations... When screening results in 2015, we should hold ourselves accountable for the progress made in the matter of family farming and the role it plays in our societies, in terms of their development, and in food security. We should ask ourselves how many more public policies we should have; new PPs need to be better and specifically adjusted to fit a range of scenarios, to meet the local demands in Africa, Asia, Europe, the Caribbean, Central or South America. Because if there is an issue that everybody agrees upon today — leaving all academic debates on the family farmer category aside — is that there are people that fit that notion in each and all our sub-continents.

If we do not want IYFF to be limited to a tribute year (however deserved that tribute may be) and if we do not want it to be left as a mere recognition, I believe that all of us should try hard to take family farming to the agenda of decision makers, presenting all its potentials, constraints and qualities, as well as FF’s productive, economic, social, and environmental raison d’être. Law-makers, government officials, business people, the academia… We need to address those opinion leaders that are not necessarily aware of, or believe in, or confident in family farming as a socio-economic category that drives rural development, and the development of the countries themselves. It will be our job to promote encounters with those that are not very familiar (or not familiar at all) with the matter in each country, each site, each region or sub-continent, or at every international event. We need to relate them to their daily problems of over use of resources, crowded cities, access to enough good food, access to drinking water, people’s security and migration from rural areas to towns.

We should push the visibility and the knowledge of family farming into society.

This meeting of the International Committee for Food Security at FAO in October promises to be an excellent opportunity that should not be wasted. The reason why I say that is because it will be held three months before the start of the IYFF, because of the visibility it has among governments and international agencies, and because the CSF’s meeting could be used to attract the attention (as a call for action) to other tiers of political, economic and social decision makers, depicting the actual linkages of family farming as the solution to multiple problems that thwart rural development and fuel poverty.

The post 2014 goal might be to produce a new generation of differential policies to benefit family farming, with new services, availability of new essential public goods, new trade partnerships between small holders and agri-industry or agri-business, levelling the field so as to integrate family farmers. However, that requires making the most of each moment (carpe diem).

We should seek more and better public policies, enhance the public institutions framework, to enable family farmers and the organizations that associate them and represent them to face the challenges posed by food and nutrition security, ranging from the family’s self consumption, the placement of their surplus in the local markets and communities, their access to governmental or institutional markets (public procurement) and to private markets and value chains, in partnership with private commercial operators.

We also need to push for investment that may enhance FF competitiveness, both on- or off-farm; we need investment in commercial and distribution processes; we have to train small holders so they can meet all due phytosanitary standards, as well as those regulatory requirements related to human and animal health and food security.

We need public policies aimed at promoting the availability of appropriate technologies, seeds and pedigree animals (breeding sources), husbandry and management technologies, organization of production, and naturally, management of natural resources.

Two of the United Nations agencies in Rome: the International Fund for Agricultural Development (IFAD) and FAO, have a lot to do about it together. IFAD presents instruments that have been developed, made available, implemented and proven in each of the above-mentioned public policy categories. When applied by rural poor communities, family farmers and government institutions, these instruments have proven to be successful, or at least, they have certainly given evidence of being innovative and working as action drivers. Moreover, they can be easily scaled up with budgetary funds from governments or other international lending or cooperation agencies. Opening the conditions for a public policy dialog would suffice… FAO and IFAD would then take over, contributing with their knowledge, and leading the debate on the vast toolkit of instruments with proven success in various settings.

FAO’s CFS Rome meeting is scheduled from the 7th to the 11th of October; it foresees a round table on investment in small holders for the purpose of food and nutritional security. IFAD may “fill” the table’s agenda with examples, instruments and strategies, working jointly with governments and organizations beneficiaries of those policies and instruments.

José Graziano da Silva and Kanayo Félix Nwanze may have already identified this remarkable opportunity and there is a chance that their teams may already be working on the show cases to be presented at this round table; they can give an account of the investment that made it possible to develop more and better policies and more and better public goods and services for family farming. It is to be noted that in Latin America and the Caribbean, and in the Southern Cone of South America, IFAD has worked from ten to twelve years, gaining experience with governments and organizations that represent family farming; those lessons learned could be brought to the consideration of the policy makers that — as Alain de Yanvry puts it — handle public budgets, so they may finally realize that it is indeed good business to invest in rural development. And I personally add... in family farming.

sábado, 25 de mayo de 2013

Diálogo político

Álvaro Ramos


Álvaro RamosYa hemos comentado en la presentación de esta sección de blog de la página web, que el nuestro es un programa de promoción, impulso y creación de condiciones para estimular el diálogo político. Eso hemos venido haciendo desde el año 2000, y si a alguien le interesa bucear en nuestra breve historia, no tiene más que cliquear en “Quiénes somos”; “Misión” e “Histórico” y allí tendrán las diferentes fases por las que ha pasado en estos 13 años el Programa FIDA MERCOSUR en esto de estimular el diálogo político.

En realidad, y para ser precisos, estamos hablando de un diálogo sobre políticas públicas orientadas a la reducción de las causas que generan la pobreza en el medio rural, al desarrollo rural y a la agricultura familiar como motor o mejor aún un conjunto de mujeres y hombres capaces de generar desarrollo rural a través de sus actividades, de sus saberes y de sus iniciativas. Para ello es preciso una articulación virtuosa de sociedad civil organizada y Estado a través de un diálogo que, desde las necesidades, avance en la identificación de propuestas, de estas a estrategias, de estas a políticas y sus instrumentos, y desde allí a su aplicación concertada.

Aunque parezca una obviedad decirlo, el diálogo político es un proceso que se construye sobre la marcha, pero que precisa de: i) un contexto o actores del contexto favorables o al menos no inhibitorios; ii) un espacio institucional y físico donde desarrollarse; iii) una participación equilibrada, representativa, libremente decidida entre los actores y debidamente informada; iv) unas reglas de juego claras sobre los contenidos y alcances del diálogo, sobre la metodología de trabajo a utilizar y sobre los resultados esperados; v) sostén en el tiempo, que no sea coyuntural o espasmódico.

El diálogo político del cual hablamos no se basa en la coyuntura o en la negociación política, sino que explícitamente deja de lado estos factores y se asienta sobre las líneas estratégicas que orientan la política, esta y sus instrumentos, la institucionalidad que la sostiene y los recursos que harán posible su ejecución.

Nos estamos refiriendo a interlocutores institucionales que generan procesos de diálogo institucional sobre políticas públicas que permitan: a) combatir las causas que generan la pobreza rural, en forma sostenida y con una visión desde la inversión pública en la construcción de capacidades y la producción de más y mejores bienes y servicios públicos para la población meta (rural pobre); b) el desarrollo rural como una visión sistémica de un/unos territorio/s en donde se combinan recursos de diferente índole y se ejecutan acciones para mejorar la calidad de vida (en sentido amplio) de la población rural; y iii) la agricultura familiar y sus organizaciones sociales representativas como actores del desarrollo rural y como parte de la solución del problema de la pobreza rural.

Esta es una visión claramente diferente a un abordaje desde las políticas compensatorias y es bueno tenerlo claro para el debate.

Finalmente, en nuestro caso —el Programa FIDA MERCOSUR— referimos como interlocutores (participantes del diálogo sobre políticas públicas) a los Gobiernos y sus representantes (funcionarios políticos y funcionarios técnicos), a las organizaciones sociales representativas de los destinatarios de las políticas públicas y sus instrumentos (agricultura familiar y población rural) y también al FIDA, institución que apostó a que a través del diálogo sobre políticas públicas, los proyectos y las operaciones de préstamo se enmarcaran claramente como instrumentos de las políticas públicas y que las acciones e instrumentos exitosos probados desde los proyectos FIDA se escalaran en cuanto a recursos asignados y en cuanto a población alcanzada por medio de recursos presupuestales.

Ahora bien, cada uno de los interlocutores institucionales se sienta en la mesa con unos objetivos propios, más allá de que, si está sentado y con ánimo de dialogar es porque hay objetivos comunes, hay confianza generada y hay reglas establecidas y aceptadas.

Tenemos agenda, pero es preciso actualizarla (refrescarla), incorporar temas nuevos. También  proyectarla hacia otros países y regiones donde hay interés en conocer la experiencia del Mercosur, conocer la metodología empleada y buscar resultados que fortalezcan la participación de la población rural pobre y de los agricultores familiares, pequeños y medianos productores rurales, en el diseño, aplicación y evaluación de las políticas públicas diferenciadas.

Nuestra experiencia en el Mercosur indica que en los hechos se mantienen procesos de diálogo político de diferente magnitud y alcance. Y podríamos decir —con las precauciones que implica—,  que hemos identificado al menos tres diferentes tipos de diálogo político en donde participan los tres interlocutores (actores institucionales) antes mencionados: i) el diálogo político entre el FIDA, los Gobiernos, y los destinatarios de las políticas y sus instrumentos para identificar proyectos, escalar acciones e instrumentos de intervención, resolver aspectos de la ejecución y evaluar en conjunto resultados y volver a proyectar nuevas intervenciones que construyan sobre los resultados alcanzados; ii) el diálogo político, entre y dentro de los países en la subregión, sobre las políticas públicas diferenciadas para la agricultura familiar, el desarrollo rural y la seguridad alimentaria y nutricional, la armonización de instrumentos, la facilitación del comercio y la inserción en los mercados de la agricultura familiar; y iii) el diálogo que contribuye a construir capacidades, a elevar la consideración de la pobreza rural en particular y la ruralidad en general ante los ojos de la opinión pública en general y otros actores sociales y políticos, y muy especialmente a mejorar la calidad de la demanda de los destinatarios de la política pública y los instrumentos de intervención.

Los tres tipos de diálogo político se complementan y se refuerzan entre sí, pero en cuanto a metodologías para llevarlos a cabo seguramente son diferentes y, si esto último no está claro, ciertamente habrá riesgo de confusión entre los interlocutores sobre expectativas y resultados.

jueves, 11 de abril de 2013

Concentración

Álvaro Ramos


Álvaro RamosLa agricultura en general y la agricultura familiar en particular están insertas en un proceso económico nacional, regional y global de gran concentración económica, a partir de los estímulos generados por una demanda expandida de los alimentos que tiene como respuesta virtuosa aumentos rápidos de oferta. En este marco, incertidumbres generadas por cierta volatilidad en los precios —que ha acompañado el aumento sostenido de estos en la última década— también abonan la necesidad de escalar tamaño para amortiguar vaivenes y mitigar riesgos.

La concentración se ha expresado básicamente, aunque no solamente, en el uso de los factores tierra y capital. Capacidad financiera, organización y logística, uso de equipamiento y nuevas tecnologías están detrás de la producción de alimentos, tanto los que son commodities, como aquellos que no lo son.

Nuestra región (Mercosur más Chile y la región oriental de Bolivia) tienen harta capacidad (demostrada), de producir alimentos para atender su propia demanda y a la vez alimentar al mundo. No en balde la región y sus países muestran los mejores desempeños en la producción y el comercio de varios alimentos en el mundo.

Ahora, si el desafío mundial es producir más alimentos para una población creciente, y esto pasa por hacer un uso más eficaz y eficiente de los recursos naturales para ello, seríamos indolentes si no nos planteáramos como naciones o sociedades la forma de hacerlo posible y generáramos las condiciones para que esto ocurra. Y efectivamente ocurre y en esto están los empresarios agropecuarios y los productores todos, más allá de su categoría o condición.

Por otro lado, frente a esta situación de demanda expandida, precios altos y sostenidos, y otras crisis que han vuelto a los commodities refugio de la especulación financiera, los mercados hoy remuneran a través de los precios de los alimentos el esfuerzo por producir más y mejor. Ambas realidades al mismo tiempo impactan sobre el precio del recurso más finito y no renovable —el suelo— y la tierra como factor de producción. Esto ha generado una tendencia en muchos productores y especialmente en muchos pequeños y medianos productores familiares, a vender y salir de la producción y del medio rural. Esta es quizás la expresión más notoria y menos deseada de la concentración.

Hay una determinada cantidad de productores agropecuarios que por dificultades de acceso al capital, edad, reemplazos en su explotación y rentabilidad, etcétera, se ven empujados (tentados) a deshacerse del recurso y emigrar del medio rural a realizar su renta.

Otro evento también conocido por estos lares es la concentración sin transferencia de la propiedad, pools de siembra y otras formulas jurídico-empresariales que concentran la producción y no la propiedad utilizando el arrendamiento (alquiler) como forma de hacerse de recursos.

Bien, esta es una constatación de un fenómeno más viejo que el mundo, desde que en el mundo los hombres transaron en algún tipo de mercado. El mercado actuando por sí solo concentra. Únicamente la política pública bien orientada equilibra oportunidades y evita la exclusión. Dar oportunidades de acceso a los mercados (todos los mercados: de tecnologías, de insumos, de equipos y herramientas, de asistencia técnica, de financiamiento, de productos) favorece la expansión productiva y el uso más eficaz y eficiente los recursos naturales. De eso trata disponer de más y mejores políticas públicas: equilibrar oportunidades. Oportunidades para responder a los incentivos, nivelar para arriba.

Las políticas diferenciadas para la agricultura familiar no son aquellas pensadas para reproducir un modelo inviable y que hay que sostener por razones sociales; son aquellas que deben promover un modelo de agricultura con agricultores competitivos, que de manera asociativa puedan dar respuesta a las tendencias de la economía que empujan a la concentración. Que concentre capacidades, oferta, servicios de logística, almacenaje, mercadeo, capacidad negociadora; que viabilice cientos de unidades productivas en redes, plataformas de negocios, cooperativas de servicios y comercialización. Que permita a las unidades familiares hacer uso de la tecnología, que les permita alcanzar en conjunto la competitividad necesaria para insertarse en los mercados, para hacer un uso eficiente y responsable del suelo. Para aprovechar oportunidades y evitar la exclusión de los más pequeños, que vaya si han demostrado tener un papel en la producción de alimentos y en la estabilidad para ello.

Esta es una concentración que genera nuevos empleos, nuevas funciones, con nuevos productores y trabajadores rurales (especialmente jóvenes) que prestan servicios con equipamiento y tecnologías que precisan escala de decenas o cientos de unidades familiares que por sí solas no la tienen.

Para ello debería estar la política. Orientada en este sentido. Sin intervenir en los precios, generando ventajas competitivas desde la política cambiaria, financiera y de infraestructura, y promoviendo la productividad de las unidades familiares a través de estímulos a la asociación, facilitando su inserción en los mercados, una política pública para ganar escala que equilibre la concentración que el mercado por sí mismo va generando.

lunes, 11 de marzo de 2013

La liturgia y la fe

Álvaro Ramos


Álvaro RamosCuando en el año 2004 los Gobiernos de los cuatro países del MERCOSUR, más Chile y Bolivia y las organizaciones sociales de la agricultura familiar nucleadas en la COPROFAM le dieron la responsabilidad al programa del FIDA para el MERCOSUR de cumplir con las funciones de secretaría técnica de la recientemente creada REAF y de facilitar con su trabajo el diálogo político entre gobiernos y organizaciones sociales representativas de la agricultura familiar, recuerdo que en su primera sesión en Foz de Iguazú el ministro Guilherme Cassel insistió en su intervención el riesgo de que la reunión especializada se convirtiera en un espacio conseguido, pero en un espacio carente de contenido, en una instancia de participación pero sin un verdadero compromiso de construcción política desde el diálogo. En ese momento el MERCOSUR tenía 16 reuniones especializadas, con muy dispar funcionamiento y con muy diferente resultado.

¿Cómo es posible medir el resultado de un espacio de diálogo político (sobre políticas públicas) que debe asesorar a los órganos ejecutivos de un bloque de integración regional? Seguramente por el número de recomendaciones elevadas a los órganos competentes. Mejor aún por el número de recomendaciones que son adoptadas en forma de decisiones y mejor aún cuántas de ellas son adoptadas por los gobiernos que hacen parte del bloque. En forma simultánea, medir el grado de participación y aporte al debate de la sociedad civil que participa de este espacio. Es decir, cuántas propuestas fundamentadas fueron presentadas por las organizaciones sociales, cuántas fueron preparadas por consenso entre gobiernos y organizaciones, cuántas contaron con los aportes decisivos de las organizaciones al momento de su formulación.

Son algunos indicadores que pueden mostrar si la reunión está viva, pujante y enriquece el proceso de integración en su ámbito específico de interés.

Luego de nueve años de REAF, creo sin lugar a dudas que esta ha salido airosa en este sentido y no solamente ha colaborado con el proceso de integración con recomendaciones que luego se han hecho decisiones y que también luego han enriquecido el debate político en cada uno de los países socios y en muchos casos se han transformado en políticas e instrumentos de estas. También por su forma de funcionar, su metodología de trabajo, las reglas de juego, definidas y aceptadas entre todos los participantes, sus rutinas de reuniones semestrales y las de cada sección nacional han mostrado un modelo de participación comprometida y eficaz, que han seguido luego otros órganos asesores del MERCOSUR.

El gran desafío, ahora que comprobamos que aquella preocupación del ministro Cassel fue tomada en cuenta y que tanto funcionarios de los gobiernos como dirigentes de las organizaciones sociales, es no quedarnos en el cumplimiento de la liturgia de reuniones periódicas, sin compartir la fe en una participación comprometida, informada, equilibrada y en un diálogo constructivo que siga aportando recomendaciones coherentes y pertinentes, desde una agenda construida en forma consensuada.

Refrescar la agenda de la REAF, como propuso la delegación de Uruguay hace ya unos meses, es una forma de volver a dar un impulso creativo al diálogo. Revisar los temas que hace tiempo están en la agenda, mirar sus avances, clausurar procesos de debate técnico y políticamente adoptar decisiones sobre su evolución, que puede ser profundizar o ampliar puntos de vista sobre un mismo tema, o cerrar el debate por el momento y bajar el tema de la agenda con madurez. Esto despeja las capacidades de funcionarios y dirigentes parar incorporar temas nuevos, para mirar con más amplitud el campo de las políticas públicas. También poder analizar y emitir juicios y recomendaciones sobre el comercio internacional y el de las negociaciones comerciales sobre agricultura, los impactos de las crisis financieras internacionales, los precios de los alimentos, la seguridad alimentaria o las empresas de economía social (cooperativas) como herramientas para el comercio de productos de la agricultura familiar, y luego cómo todo ellos se traducen en acciones, recomendaciones y políticas que fortalezcan el proceso de integración regional desde la óptica de la agricultura familiar.

Poner o proponer nuevos temas en la agenda como hizo la sociedad civil en la XI REAF de Porto Alegre en diciembre de 2006 y que de alguna forma luego orientaron los debates posteriores, requiere de un despeje de la cancha para poder mirar más lejos.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Presentación

Álvaro Ramos


Álvaro RamosDurante los doce años de ejecución del Programa del FIDA para el MERCOSUR, en sus diversas etapas —los cuatro años pre REAF, los siete años en los cuales el programa se hizo cargo de la secretaría técnica y de ser parte del soporte financiero a la REAF y este último año de la etapa post REAF—, uno de los déficits mayores de nuestra gestión ha sido la falta de método para comunicar, así como la falta de rutinas e instrumentos de comunicación de las actividades realizadas. No solamente esto, sino además informar sobre logros alcanzados, objetivos cumplidos y el diálogo político generado entre y dentro de los países del MERCOSUR ampliado entre Gobiernos y organizaciones sociales, como también fuera de la región. En resumidas cuentas hemos padecido un déficit de comunicación, difusión de la información generada en estos doce años. Podríamos decir de gestión de la información.


Por ello en esta última etapa post REAF hemos acordado con el FIDA incorporar un componente potente en objetivos, resultados esperados y recursos, vinculado a la gestión del conocimiento. Concepto puesto en boga últimamente, usando una terminología vinculada a las ciencias económicas y más precisamente a la administración.

Trataremos de compartir mejor los conocimientos desarrollados en materia de diálogo sobre políticas públicas vinculadas a la agricultura familiar en el MERCOSUR  ampliado.

Las actividades se vinculan precisamente con la creación de capacidades para acumular, sistematizar,
seleccionar y difundir información, mediante publicaciones, eventos presenciales, pero muy particularmente a través de la utilización de la moderna tecnología de las TIC, página web, redes sociales, banco de imágenes compartido, etc.

También de común acuerdo con el FIDA hemos resuelto solicitar la asistencia técnica al CLAEH (Centro Latinoamericano de Economía Humana, http://claeh.org.uy) para montar y operar los instrumentos de gestión de la información que utilizará el programa y que con varios grados de libertad académica le seguiremos llamando de gestión del conocimiento, puesto que como hemos dicho más arriba trataremos de compartir eficazmente —los conocimientos adquiridos y desarrollados— por esta unidad de coordinación regional del programa FIDAMERCOSUR, con todos aquellos a quienes pueda interesar y por los mismos canales, mejorar también nuestro acceso a nuevos conocimientos y experiencias en nuestra materia.

En eso estamos, y dado que uno de los sectores fijos de la web FIDAMERCOSUR será el entorno de blogs, esta es una primera entrega de lo que pretendemos sea un espacio de intercambios entre el conjunto de colegas y compañeros y compañeras de todos los países de la región, que están y han estado cerca del programa en estos doce años.

Para comenzar entonces, lo primero que me parece corresponde compartir con ustedes es una breve discusión sobre los conceptos detrás de esto que llamamos gestión del conocimiento: qué estamos  entendiendo con relación a este concepto para que lo que surja de nuestras actividades en este campo sea más rico y eficaz por interesante y aplicable, en una "avenida de doble vía”.

Lo primero a referir es el siguiente razonamiento: “así como el dato no constituye información, la información por sí sola no constituye conocimiento”.

A continuación incorporo en este debate —para provocar el debate— una serie de elementos que hemos estado trabajando en los últimos cuatro meses con el equipo del CLAEH, a los efectos de dar en el clavo respecto de un enfoque claro y pragmático sobre todas aquellas cuestiones que implican aprender —si esto fuera posible— a gestionar el conocimiento y, por si fuera poco, el conocimiento nuestro y de otros. Quizás al final de esta reflexión nos quedemos con un concepto más preciso, que será que lo que vamos a gestionar de una buena vez es la información, necesaria para generar conocimiento compartido.

Veamos varias definiciones muy atractivas todas, del año 2009, que corresponden al filósofo brasileño José De Souza Silva y sobre el que apoyaremos nuestro enfoque:

“Conocimiento es un estado cambiante de comprensión en un individuo, que emerge del análisis y síntesis de distintas informaciones sobre un mismo fenómeno, problema o proceso. Dichos análisis y síntesis requieren la aplicación de marcos interpretativos, porque estar informado no significa estar comprendiendo”.

“La sabiduría se revela solamente a través de las decisiones que tomamos y acciones que desarrollamos bajo la comprensión que tenemos”. “Esta es la razón por la cual no se puede manejar el conocimiento en sí, sino datos e información. Podemos hacer la gestión de procesos para la generación, apropiación, aplicación e implicaciones del conocimiento, que es un estado cambiante de comprensión sobre relaciones y significados invisibles antes del análisis y síntesis de las informaciones disponibles sobre cualquier problema, desafío, aspecto, tema o fenómeno de una cierta realidad. Es posible memorizar información (algo) pero no conocimiento, que no es algo. Conocimiento es más un verbo que un sustantivo: es una propiedad emergente/sistémica”.

“Información no es conocimiento y conocimiento no es sabiduría”. “Por eso, conceptualmente, lo razonable es referirse a sociedad de la información, economía de la información y gestión de la información”.

En fin... al fin y al cabo, volviendo a lo nuestro, lo que pretendemos gestionar sería el mejor acceso a la información, facilitar la comprensión de esta, difundir lo actuado y sus resultados y especialmente procurar un intercambio democrático entre diferentes actores en diferentes contextos que permita la reflexión sobre los hechos, sobre los datos y sobre la información. Luego cada individuo conocerá o se hará portador de un nuevo conocimiento a partir de su sola y estricta capacidad de analizar, interpretar y hacer suyo un nuevo concepto útil para su vida, individual y social en su contexto dado y determinado. Y esos individuos somos todos nosotros, los que participamos de la red de colaboradores(as) de FIDAMERCOSUR, los dirigentes de las organizaciones sociales, los funcionarios de los gobiernos y todos aquellos que desde la REAF participan de este espacio de diálogo político.

Nosotros no somos capaces (ni está en nuestros objetivos) generar conocimiento; mal podríamos gestionarlo. Generamos hechos, actividades, información. Si esta información no emerge, no se distribuye y  no se difunde, mal podrá generar una reflexión analítica sobre ella. Al mismo tiempo si la información no llega facilitada —lo cual no quiere decir manipulada— en función de los receptores, su contexto, sus intereses, termina agobiando y ahogando al individuo y/o a los grupos y comunidades en un mar de información inabarcable. Esto es lo que trataremos de gestionar en nuestro espacio conceptual.

Por tanto, nuestro esfuerzo minúsculo en el concierto global será difundir, direccionar, facilitar el acceso a la información sobre nuestros temas, que son aquellos que refieren al pensamiento y la praxis política sobre el desarrollo social, económico y humano en el medio rural, sobre la ruralidad como concepto amplio e inclusivo y sobre cómo la agricultura familiar contribuye al desarrollo del medio rural, de los países y sociedades, desde sus fortalezas y debilidades pero sobre todo desde sus potencialidades.

El diálogo político, para ser tal, requiere en principio de al menos dos que deseen dialogar; luego, que dispongan de acceso equitativo (democrático) a la información clave que habilite el diálogo —en caso contrario este se transforma en monólogo—. Uno escucha y el otro habla y, lejos de ser un proceso liberador, se transforma en un proceso legitimador. El diálogo político entonces requiere de acceso a la información en forma democrática y equilibrada entre los que conversan. En nuestro caso, gobiernos y sociedad civil. Nuestra función es gestionar información clave (una parte de ella) y facilitar el acceso a esta por las organizaciones sociales de la agricultura familiar.

El conocimiento se generará como fruto de otros procesos, a los cuales esta plataforma y sus acciones llamadas de gestión del conocimiento esperemos que ayuden.

Finalizando...

Los objetivos de esta nueva fase de FIDAMERCOSUR son consolidar, profundizar y ampliar el espacio de diálogo político creado entre y dentro de los países del MERCOSUR ampliado (REAF), para que entre Gobiernos y organizaciones sociales se mejore la calidad de las políticas públicas diferenciadas para la agricultura familiar, su institucionalidad y sus instrumentos.

Colaborar para que este modo de producción sea efectivamente considerado al momento de la definición de políticas e inversiones públicas como una categoría económica, social y política que ha pasado  de ser un problema en sí mismo, a ser parte de la solución al problema de la pobreza en el medio rural.

Como hemos dicho tantas veces, nuestro rol y vocación sigue siendo colaborar desde FIDAMERCOSUR con las organizaciones sociales y los Gobiernos a lograr una REAF persistente y resistente que continúe dando respuestas, afirmando políticas, ayudando a crear nuevas, al diseño y ajuste de instrumentos y a evidenciar a la agricultura familiar de la región.

Este espacio de blogs se enmarca en este objetivo y por tanto invita al intercambio entre compañeros que nos permita también avanzar sobre todos aquellos temas pertinentes, de la agenda de la REAF u otros, que permitan alcanzar los objetivos antes mencionados.

Este es el puntapié inicial; pronto vendrán otros temas y ojalá pronto vendrán otros aportes.