sábado, 25 de mayo de 2013

Diálogo político

Álvaro Ramos


Álvaro RamosYa hemos comentado en la presentación de esta sección de blog de la página web, que el nuestro es un programa de promoción, impulso y creación de condiciones para estimular el diálogo político. Eso hemos venido haciendo desde el año 2000, y si a alguien le interesa bucear en nuestra breve historia, no tiene más que cliquear en “Quiénes somos”; “Misión” e “Histórico” y allí tendrán las diferentes fases por las que ha pasado en estos 13 años el Programa FIDA MERCOSUR en esto de estimular el diálogo político.

En realidad, y para ser precisos, estamos hablando de un diálogo sobre políticas públicas orientadas a la reducción de las causas que generan la pobreza en el medio rural, al desarrollo rural y a la agricultura familiar como motor o mejor aún un conjunto de mujeres y hombres capaces de generar desarrollo rural a través de sus actividades, de sus saberes y de sus iniciativas. Para ello es preciso una articulación virtuosa de sociedad civil organizada y Estado a través de un diálogo que, desde las necesidades, avance en la identificación de propuestas, de estas a estrategias, de estas a políticas y sus instrumentos, y desde allí a su aplicación concertada.

Aunque parezca una obviedad decirlo, el diálogo político es un proceso que se construye sobre la marcha, pero que precisa de: i) un contexto o actores del contexto favorables o al menos no inhibitorios; ii) un espacio institucional y físico donde desarrollarse; iii) una participación equilibrada, representativa, libremente decidida entre los actores y debidamente informada; iv) unas reglas de juego claras sobre los contenidos y alcances del diálogo, sobre la metodología de trabajo a utilizar y sobre los resultados esperados; v) sostén en el tiempo, que no sea coyuntural o espasmódico.

El diálogo político del cual hablamos no se basa en la coyuntura o en la negociación política, sino que explícitamente deja de lado estos factores y se asienta sobre las líneas estratégicas que orientan la política, esta y sus instrumentos, la institucionalidad que la sostiene y los recursos que harán posible su ejecución.

Nos estamos refiriendo a interlocutores institucionales que generan procesos de diálogo institucional sobre políticas públicas que permitan: a) combatir las causas que generan la pobreza rural, en forma sostenida y con una visión desde la inversión pública en la construcción de capacidades y la producción de más y mejores bienes y servicios públicos para la población meta (rural pobre); b) el desarrollo rural como una visión sistémica de un/unos territorio/s en donde se combinan recursos de diferente índole y se ejecutan acciones para mejorar la calidad de vida (en sentido amplio) de la población rural; y iii) la agricultura familiar y sus organizaciones sociales representativas como actores del desarrollo rural y como parte de la solución del problema de la pobreza rural.

Esta es una visión claramente diferente a un abordaje desde las políticas compensatorias y es bueno tenerlo claro para el debate.

Finalmente, en nuestro caso —el Programa FIDA MERCOSUR— referimos como interlocutores (participantes del diálogo sobre políticas públicas) a los Gobiernos y sus representantes (funcionarios políticos y funcionarios técnicos), a las organizaciones sociales representativas de los destinatarios de las políticas públicas y sus instrumentos (agricultura familiar y población rural) y también al FIDA, institución que apostó a que a través del diálogo sobre políticas públicas, los proyectos y las operaciones de préstamo se enmarcaran claramente como instrumentos de las políticas públicas y que las acciones e instrumentos exitosos probados desde los proyectos FIDA se escalaran en cuanto a recursos asignados y en cuanto a población alcanzada por medio de recursos presupuestales.

Ahora bien, cada uno de los interlocutores institucionales se sienta en la mesa con unos objetivos propios, más allá de que, si está sentado y con ánimo de dialogar es porque hay objetivos comunes, hay confianza generada y hay reglas establecidas y aceptadas.

Tenemos agenda, pero es preciso actualizarla (refrescarla), incorporar temas nuevos. También  proyectarla hacia otros países y regiones donde hay interés en conocer la experiencia del Mercosur, conocer la metodología empleada y buscar resultados que fortalezcan la participación de la población rural pobre y de los agricultores familiares, pequeños y medianos productores rurales, en el diseño, aplicación y evaluación de las políticas públicas diferenciadas.

Nuestra experiencia en el Mercosur indica que en los hechos se mantienen procesos de diálogo político de diferente magnitud y alcance. Y podríamos decir —con las precauciones que implica—,  que hemos identificado al menos tres diferentes tipos de diálogo político en donde participan los tres interlocutores (actores institucionales) antes mencionados: i) el diálogo político entre el FIDA, los Gobiernos, y los destinatarios de las políticas y sus instrumentos para identificar proyectos, escalar acciones e instrumentos de intervención, resolver aspectos de la ejecución y evaluar en conjunto resultados y volver a proyectar nuevas intervenciones que construyan sobre los resultados alcanzados; ii) el diálogo político, entre y dentro de los países en la subregión, sobre las políticas públicas diferenciadas para la agricultura familiar, el desarrollo rural y la seguridad alimentaria y nutricional, la armonización de instrumentos, la facilitación del comercio y la inserción en los mercados de la agricultura familiar; y iii) el diálogo que contribuye a construir capacidades, a elevar la consideración de la pobreza rural en particular y la ruralidad en general ante los ojos de la opinión pública en general y otros actores sociales y políticos, y muy especialmente a mejorar la calidad de la demanda de los destinatarios de la política pública y los instrumentos de intervención.

Los tres tipos de diálogo político se complementan y se refuerzan entre sí, pero en cuanto a metodologías para llevarlos a cabo seguramente son diferentes y, si esto último no está claro, ciertamente habrá riesgo de confusión entre los interlocutores sobre expectativas y resultados.