jueves, 11 de abril de 2013

Concentración

Álvaro Ramos


Álvaro RamosLa agricultura en general y la agricultura familiar en particular están insertas en un proceso económico nacional, regional y global de gran concentración económica, a partir de los estímulos generados por una demanda expandida de los alimentos que tiene como respuesta virtuosa aumentos rápidos de oferta. En este marco, incertidumbres generadas por cierta volatilidad en los precios —que ha acompañado el aumento sostenido de estos en la última década— también abonan la necesidad de escalar tamaño para amortiguar vaivenes y mitigar riesgos.

La concentración se ha expresado básicamente, aunque no solamente, en el uso de los factores tierra y capital. Capacidad financiera, organización y logística, uso de equipamiento y nuevas tecnologías están detrás de la producción de alimentos, tanto los que son commodities, como aquellos que no lo son.

Nuestra región (Mercosur más Chile y la región oriental de Bolivia) tienen harta capacidad (demostrada), de producir alimentos para atender su propia demanda y a la vez alimentar al mundo. No en balde la región y sus países muestran los mejores desempeños en la producción y el comercio de varios alimentos en el mundo.

Ahora, si el desafío mundial es producir más alimentos para una población creciente, y esto pasa por hacer un uso más eficaz y eficiente de los recursos naturales para ello, seríamos indolentes si no nos planteáramos como naciones o sociedades la forma de hacerlo posible y generáramos las condiciones para que esto ocurra. Y efectivamente ocurre y en esto están los empresarios agropecuarios y los productores todos, más allá de su categoría o condición.

Por otro lado, frente a esta situación de demanda expandida, precios altos y sostenidos, y otras crisis que han vuelto a los commodities refugio de la especulación financiera, los mercados hoy remuneran a través de los precios de los alimentos el esfuerzo por producir más y mejor. Ambas realidades al mismo tiempo impactan sobre el precio del recurso más finito y no renovable —el suelo— y la tierra como factor de producción. Esto ha generado una tendencia en muchos productores y especialmente en muchos pequeños y medianos productores familiares, a vender y salir de la producción y del medio rural. Esta es quizás la expresión más notoria y menos deseada de la concentración.

Hay una determinada cantidad de productores agropecuarios que por dificultades de acceso al capital, edad, reemplazos en su explotación y rentabilidad, etcétera, se ven empujados (tentados) a deshacerse del recurso y emigrar del medio rural a realizar su renta.

Otro evento también conocido por estos lares es la concentración sin transferencia de la propiedad, pools de siembra y otras formulas jurídico-empresariales que concentran la producción y no la propiedad utilizando el arrendamiento (alquiler) como forma de hacerse de recursos.

Bien, esta es una constatación de un fenómeno más viejo que el mundo, desde que en el mundo los hombres transaron en algún tipo de mercado. El mercado actuando por sí solo concentra. Únicamente la política pública bien orientada equilibra oportunidades y evita la exclusión. Dar oportunidades de acceso a los mercados (todos los mercados: de tecnologías, de insumos, de equipos y herramientas, de asistencia técnica, de financiamiento, de productos) favorece la expansión productiva y el uso más eficaz y eficiente los recursos naturales. De eso trata disponer de más y mejores políticas públicas: equilibrar oportunidades. Oportunidades para responder a los incentivos, nivelar para arriba.

Las políticas diferenciadas para la agricultura familiar no son aquellas pensadas para reproducir un modelo inviable y que hay que sostener por razones sociales; son aquellas que deben promover un modelo de agricultura con agricultores competitivos, que de manera asociativa puedan dar respuesta a las tendencias de la economía que empujan a la concentración. Que concentre capacidades, oferta, servicios de logística, almacenaje, mercadeo, capacidad negociadora; que viabilice cientos de unidades productivas en redes, plataformas de negocios, cooperativas de servicios y comercialización. Que permita a las unidades familiares hacer uso de la tecnología, que les permita alcanzar en conjunto la competitividad necesaria para insertarse en los mercados, para hacer un uso eficiente y responsable del suelo. Para aprovechar oportunidades y evitar la exclusión de los más pequeños, que vaya si han demostrado tener un papel en la producción de alimentos y en la estabilidad para ello.

Esta es una concentración que genera nuevos empleos, nuevas funciones, con nuevos productores y trabajadores rurales (especialmente jóvenes) que prestan servicios con equipamiento y tecnologías que precisan escala de decenas o cientos de unidades familiares que por sí solas no la tienen.

Para ello debería estar la política. Orientada en este sentido. Sin intervenir en los precios, generando ventajas competitivas desde la política cambiaria, financiera y de infraestructura, y promoviendo la productividad de las unidades familiares a través de estímulos a la asociación, facilitando su inserción en los mercados, una política pública para ganar escala que equilibre la concentración que el mercado por sí mismo va generando.